Dr. César Alfonso Luna Cuevas
Introducción
Las relación madre e hijo es lo más relevante en el desarrollo del ser humano,
específicamente en las etapas iniciales, ya que a través de la convivencia con la
madre el niño adquiere formas de relación y percepción de los otros. Así esta
vinculación afectiva con la madre o cuidador principal podrá obstaculizar o facilitar
el desarrollo de sus habilidades sociales, afectivas y emocionales.
La relación madre e hijo favorece el adecuado desarrollo psicológico del niño se
desarrolla poco a poco y está enmarcada por ciertas actitudes y conductas que se
hacen evidentes en cada etapa del niño como el transcurso de los momentos de
juego, del amamantamiento y al acostarse. La profundización en estas relaciones
estructura el mundo psíquico del niño.
Para que lo anterior se lleve a cabo con éxito es necesaria una comprensión casi
completa de la madre a las necesidades del niño, de esta forma podrá brindar la
posibilidad de establecer el apego entre ambos para ayudar al niño en su
desarrollo emocional e interpersonal con las personas que lo rodean.
La maternidad
La maternidad es considerada como una etapa, que produce un cambio
psíquico y físico en la mujer que va ser madre. La madre juega un papel
activo en el desarrollo cognoscitivo y socioemocional del niño; la madre es
la encargada de los cuidados, de la alimentación y de la estabilidad
emocional, fomenta o retrasa la competencia, la seguridad y la
independencia del niño.
La influencia de la madre es vital sobre el desarrollo psíquico del ser humano. La
salud psíquica y el desarrollo interpersonal están influenciados por la relación
madre – hijo (Winnicott 1960 en Nasio 1996).
La relación madre e hijo se da y se desarrolla cuando la madre brinda
gratificaciones al niño, estas gratificaciones incluyen el acunamiento, caricias,
alimentación, arrullo, higiene etc. Mediante estas gratificaciones la madre cubre
todas las necesidades básicas de afecto y cuidado del niño (Gómez 2004, en
González Núñez 2004).
La relación que se establece con la madre o el cuidador principal es la que
permite regular su sistema emocional ayudándolo a transitar por sus
estados de angustia y desorganización, esta relación con los objetos es la
vinculación afectiva o apego.
Bowlby (1963 en Marrone 2014) definió la conducta de apego como
“cualquier forma de comportamiento que hace que una persona alcance o
conserve proximidad con respecto a otro individuo diferenciado y preferido.
En tanto que la figura de apego permanezca accesible y responda, el niño se
sentirá seguro y con un índice bajo de momentos de angustia.
En un inicio las conductas de apego pueden consistir en una mera verificación
visual o auditiva del lugar en que se halla y en el intercambio ocasional de
miradas y saludos entre el niño y su cuidador. Sin embargo, en ciertas
circunstancias se observa también seguimiento o aferramiento a la figura de
apego, así como tendencia a llamarla o llorar, conductas que en general
mueven a esa figura a brindar sus cuidados hacia el niño”. Mediante las
conductas de apego se crean fuertes lazos afectivos con determinadas
personas en particular con la madre. El apego tiene como finalidad obtener
protección para asegurar la supervivencia, y la de adquirir seguridad emocional.
Una madre cercana o el cuidador , es quien se encargará de responder a las
señales o reacciones emocionales mediante una respuesta sensible la mayor
parte del tiempo. La respuesta sensible incluye captar las señales del niño
interpretarlas adecuadamente y responder a ellas apropiadamente. Para que
la madre sea percibida por el niño como un objeto afectivo y valioso con quien se
establece un apego seguro, la madre aprende a adaptarse a las necesidades del
bebe; esto significa que la mamá es capaz de entender las señales que el niño
envía para comunicarle sus necesidades, un ejemplo de estas señales son el
llanto, el pataleo, el vomito y los manoteos. Por lo tanto una madre que es
empática con su hijo, sabe distinguir las diferencias del llanto y de los
movimientos, para reconocer lo que el niño necesita ayudando al niño a
transitar por sus estados de angustia regulando su afectividad.
Una característica de la respuesta sensible es la capacidad parental de ver al
niño como un ser humano con su propia individualidad y sus propias
necesidades separadas con respecto a la de los demás, esto implica ofrecer
una base afectiva y de cuidados seguros y al mismo tiempo permitirle el
desarrollo de conductas exploratorias (Marrone 2009).
Esto dependerá de la proximidad y seguridad alcanzada a través de la conducta
de apego y por supuesto de la disponibilidad del cuidador primario para contener
al niño en sus momentos de afectividad y agresión. En este sentido la función
principal de la madre sería: el mantenimiento de la cercanía afectiva y
física, ser una base segura desde la cual explorar el mundo, convirtiéndose
en un refugio seguro que ofrece consuelo y seguridad ante los peligros y
amenazas externos, los cuales son fuente de angustia. Los niños con un
apego seguro son capaces de usar a sus cuidadores como una base segura
cuando están angustiados.
De esta manera se establece poco a poco una estrecha relación entre la madre y
el niño, la cual da al niño seguridad y tranquilidad para desenvolverse de manera
adecuada en su medio ambiente, el niño sabe que su madre lo protege y
resguarda en todo momento. Estos lazos o vínculos afectivos que se establecen y
perduran en el tiempo hacen sentir al niño los primeros sentimientos positivos
(seguridad, afecto, confianza) o los negativos (angustia,inseguridad, abandono,
miedo). Esta relación inicial es el asiento fundamental de los sentimientos de
seguridad o angustia que preceden a las relaciones interpersonales a lo
largo de la vida infantil y adulta.
Por el lado contrario la falta de sensibilidad de la madre puede estar
acompañada de una conducta hostil o desagradable y se da cuando fracasa
en leer los estados mentales del bebé o sus deseos o cuando fracasa en
apoyar al bebé en el logro de sus estados positivos o deseos (Marrone 2009)
generando un desconección afectiva entra la madre y su hijo.
Cuando las madres no logran dar una respuesta sensible a las necesidades de
sus hijos suele ser porque ellas mismas no la tuvieron en su historia de vida, y
carecen de los mecanismos que les permiten calmar sus propias angustias y
generar un sistema de apego seguro y una sensación de autonomía, y seguridad
propias.
Estas madres pueden comportarse de manera altamente defensiva cuando no se
les ayudó a manejar su propia angustia o emociones dolorosas durante su propia
infancia y por lo tanto tienen que recurrir al uso consciente o inconsciente de
actitudes que no favorecen establecer un vínculo de apego seguro con sus
propios hijos esta falta de respuesta sensible y actitud defensiva de los padres
puede llevar a una falta de comprensión o a una comprensión incompleta de las
angustias del niño y de sus estados emocionales dolorosos (Marrone 2014).
Los teóricos del apego mencionan que además de la experiencia de abandono o
pérdida del objeto de apego, la experiencia de insuficiencia de empatía y de
receptividad emocional hacia el niño por parte de la madre y los cuidadores,
resulta en una amenaza a la cohesión del self y generando angustia en sus
patrones de vinculación.
Estos patrones de vinculación denominados modelos operativos internos son
libretos o mapas cognitivos dinámicos que un individuo tiene sobre sí mismo y
sobre de las personas que lo rodean. Estos mapas incluyen componentes
emocionales y estilos de relación con las personas; incluyendo la noción de cuán
aceptable o inaceptable se siente la persona a los ojos de sus cuidadores. Por lo
tanto el fracaso de una respuesta afectiva hacia el niño lo lleva a creer que es
intrínsecamente apático y que por lo tanto no encontrará nunca a otra persona que
lo amará (Marrone 2014).
Ainsworth (1978) observó que los niños que establecen una base segura de
apego son capaces de buscar activamente la proximidad con sus padres,
comunican sus sentimientos de estrés y angustia abiertamente y luego
regresan sin problemas a la exploración del entorno, se clasifican como
seguros
Sin embargo los niños que NO mantienen contacto cercano con la madre, pueden
desarrollar apegos ansiosos, ambivalentes y desorganizados. Es como si al estar
cerca de su madre o cuidadores no se hubieran sentido seguros. Este tipo de
apegos carecen de una base segura de refugio y respuestas sensibles por parte
de sus madres. Estos niños se relacionan con las personas externas de forma
hostil y desorganizada con sentimientos de inseguridad, irritación, miedo, y
mayormente angustia.
Para fomentar un apego seguro y por lo tanto una relación estable entre una
madre y su hijo, Murcio (2014) explica el término “competencia parental
vincular” este término se define como el conjunto de conocimientos,
habilidades y prácticas cotidianas de crianza dirigidas a promover un estilo
de apego seguro y un adecuado desarrollo socioemocional en los niños. La
actividad mental intuitiva y emocional de la madre, que permite la comprensión del
comportamiento propio y ajeno en términos de estados y procesos mentales,
favoreciendo la capacidad esencial para la regulación emocional y el
establecimiento de una relaciones afectiva satisfactorias con su hijo; enmarcada
por la sensibilidad parental, la calidez emocional y el involucramiento materno en
los distintos aspectos de la vida cotidiana del niño o niña. Las competencias
parentales vinculares se manifiestan principalmente a través de prácticas de
crianza socioemocionales (Murcio 2014 en Bornstein & Putnick, 2012). Otros
aspectos de la competencia parental incluyen la capacidad de Formación
(favorecer el desarrollo, aprendizaje y socialización); Protección (cuidar y
proteger adecuadamente, resguardando sus necesidades de desarrollo humano,
garantizando sus derechos y favoreciendo su integridad física, emocional y sexual)
Reflexión (permiten pensar acerca de las influencias y trayectorias de la propia
parentalidad, monitorear las prácticas parentales actuales y evaluar el curso del
desarrollo del hijo).
Los Millennials
Los millennials son la primera generación de nativos digitales. Integraron la
tecnología a su vida cotidiana y eso tiene mucho que ver en la forma en que
se relacionan, expresan, comunican. Se ha establecido que los millennials
son las personas nacidas entre los años 1980 y 1995, es decir, actualmente
tienen entre 25 y 39 años de edad. Los millennials son los hijos de los últimos
Boomers y de los primeros X, y crecieron en una cultura de niños
protegidos y queridos.
En tamaño poblacional, la generación del Milenio es bastante más amplia que las
anteriores. Concretamente, se estima que representan cerca del 24,0% de la
población mundial, un tamaño muy superior al de las generaciones X 19,5% y del
baby boom 17,0% (Tarabini 2018). En la actualidad, según el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI), los millennials representan el 46 por ciento de la
población del país (Millenio 2019).
Los Millennials, crecieron en la era digital y no conciben su vida sin la tecnología;
están en general más preparados educativamente que otras generaciones. Con
ellos surgieron también nuevas ideas, otras maneras de hacer las cosas. La
Generación Millennial tiene un pensamiento y actuación diferente, es por esto que
ha suscitado tanto interés entre los investigadores de la actualidad. Los Millennials
quieren ser más correctos, más honestos, más ecológicos, más orgánicos, más
exitosos, pareciera que entran a competir por ser mejores que sus padres
(Díaz 2017).
Un estudio realizado por la casa encuestadora “De las Heras Demotecnia”
aplicada a 3 mil personas en 2019, mostró que en México el 52 por ciento de
los millennials son solteros y sin hijos, mientras que el 16 por ciento está
casado, el 13 por ciento vive en unión libre y sólo el 10 por ciento tiene una
relación de noviazgo mientras que solo el 5 por ciento tiene hijos.
Maternidad Millenial
Las mamás Millenial no consideran la maternidad como una imposición sino
como una decisión, por lo que les gusta estar preparadas para garantizar
oportunidades y las mejores condiciones para sus hijos desde que nacen.
Viven la maternidad como algo más libre y la disfrutan de manera más
desenfadada, están conscientes de su deseo de ser madres y disfrutan cada
etapa del desarrollo de sus hijos. Incluso la maternidad es una forma de
identidad en estas mujeres.
Estas mamás juegan un papel más activo en la crianza de sus hijos, están más
interesadas en su desarrollo, buscando mejorar sus competencias parentales
utilizando los recursos digitales, sociales y cientificos etc. a su alcance.
Las mamás millennials están siempre informadas y conectadas. Consultan
dudas sobre la crianza de sus hijos en Internet, comparten experiencias en
foros, de facebook y otras redes sociales. Usan whatsapp y google calendar
para programar citas con el pediatra, hacen preguntas al médico, consultan
al especialista, juegan más con sus hijos y comparten experiencias con
otras mamás.
En el terreno familiar, estas mamás se esfuerzan por tener actitudes y ambientes
encaminados a promover el bienestar emocional y social de sus hijos. Buscan
constantemente actividades sociales y de estimulación para promover un
desarrollo óptimo en los pequeños como talleres de arte, de baile,
actividades deportivas y recreativas. Además de que en el entorno familiar
tratan de promover relaciones parentales más sanas tratando de manejar de una
mejor manera los conflictos de autoridad y de pareja que pudiesen afectar a los
hijos.
Por ejemplo: Eliza madre de una pequeña niña de 3 años menciona: Cuando me
enojo con mi marido trato de estar calmada y no discutir enfrente de ella, porque
sé que eso le hace mal a mi hija, procuro evitar situaciones estresantes para ella.
Las madres de esta generación parecen tomar más en serio la idea de que los
estados mentales y emocionales de la madre son transmitidos a los hijos.
La mayoría de las mamás millenials son madres trabajadoras que combinan
la crianza de sus hijos con el trabajo. Buscan mayor autonomía y desarrollo
laboral, finalmente crecieron viendo el trabajo como una actividad normal
para la mujer. En la muestra utilizada para esta investigación el 100% de las
madres tienen estudios universitarios y trabajan.
Tal vez esté combinación entre trabajo, cultura y formación académica hace
que este tipo de mamas tenga una mayor tendencia a la autonomía y están
más encaminadas a la crianza positiva de sus hijos, buscan tener niños más
independientes y con mayor libertad de sus decisiones, por lo que hacen de
la tecnología y la red social, su mejor aliado para tener acceso a la
información que les permita criar mejor a sus hijos.
Estas madres son muy diferentes de las madres de la generación anterior, son
menos dependientes de su pareja, algunas se quedan en casa otras trabajan,
estudian, han viajado y tienen oportunidades que no tuvieron las madres de
generaciones pasadas.
Sin embargo este estilo de maternidad pudiese tener consecuencias, estas
mamás pueden llegar abusar de la información. Evitar la sobreinformación y tener
cierto grado de equilibrio, sería lo más recomendado para evitar fallas en la
vinculación con sus hijos, no es conveniente estar continuamente buscando y
leyendo información, esto en vez de provocar una respuesta positiva en la
relación con su hijo, puede disminuir su capacidad de apego, siempre será más
sano mantener una postura afectiva y cuestionarse ¿Qué es lo que el niño
necesita? Algunas de estas mamás deben aprender que es suficiente con la
información recogida de las fuentes de confianza y mantenerse cercanas afectiva
y físicamente a sus hijos.
Investigación
La maternidad en cada generación tiene cambios. En la actualidad la forma en que
las mujeres de la generación millenial deciden y ejercen su maternidad se ha
modificado con respecto a otras generaciones.
Por esta razón se plantea investigar ¿Cuáles son las competencias parentales de
las mujeres de la generación millennial? Mediante la aplicación de la escala de
competencias parentales (Murcio 2014) se buscó identificar las competencias
parentales que dichas madres utilizan al relacionarse con su hijo, hija,
agrupandolas en cuatro áreas: vínculo, formación, protección y reflexión. Estos
procesos de parentalidad se asocian fuertemente a la constitución de un apego
seguro, inseguro o desorganizado en los niños y a su posterior desarrollo
socioemocional y bienestar (Gómez, Muñoz & Santelices, 2008 en Murcio 2014).
Muestra
La muestra estuvo compuesta por 50 mujeres nacidas entre 1982 y 1995, con
estudios de licenciatura, acceso a tecnologías de la comunicación (teléfono
inteligente, computadora, internet, redes sociales etc.) todas ellas madres, con
hijos de entre 0 y 3 años.
Instrumentos
Se utilizó La Escala de Parentalidad Positiva (e2p) es un cuestionario que puede
contestar cualquier adulto responsable de la crianza de un niño o niña. Su objetivo
es identificar aquellas competencias parentales que dichos adultos utilizan al
relacionarse con su hijo, hija, niño o niña a su cargo, agrupandolas en cuatro
áreas: vínculo, formación, protección y reflexión. El cuestionario se compone de 54
reactivos que dan cuenta de comportamientos cotidianos de crianza que estarían
reflejando el despliegue de la competencia parental en estas cuatro áreas (Murcio
2014).
Procedimiento
Se lanzó una convocatoria en redes sociales, solicitando que las mujeres nacidas
entre 1982 y 1995, que tuvieran hijos de 0 a 3 años, colaborarán contestando el
cuestionario. Se logró recolectar una muestra total de 50 mamás. Las respuestas
se calificaron de manera electrónica y se procedió al análisis de resultados.
Resultados
Competencias Vinculares: La capacidad de vínculo está en la Zona
Monitoreo para el 62% , estas madres necesitan mejorar sus habilidades
y prácticas cotidianas dirigidas a promover un estilo de apego seguro y un
adecuado. Dichas prácticas pueden incluir la variedad de conductas
visuales, verbales, afectivas y físicas que usan las mamás para involucrar a
los infantes en intercambios interpersonales, tales como besos, caricias
para consolarlos, sonrisas, vocalizaciones y contactos lúdicos cara-a-cara,
siendo esencial la apertura, la escucha y la cercanía afectiva.
● Competencias Formativas: el 98% de estas madres se encuentran en un
nivel de Monitoreo, necesitan mejorar la estimulación del aprendizaje en
sus hijos, la guía, orientación y consejo en diversos momentos del ciclo
vital, definición de normas y hábitos mediante una disciplina positiva basada
en el Buen Trato y la socialización o preparación para vivir en sociedad.
● Competencias Protección: óptimo en el 86%, el área en la que mejor
desempeño tuvieron, se puede interpretar como la capacidad de cuidar y
proteger adecuadamente a su hijo, resguardando sus necesidades de
desarrollo humano, garantizando sus derechos y favoreciendo su integridad
física, emocional y sexual.
● Competencias Reflexión el área con mejor puntaje, 26% en riesgo y 74%
en monitoreo, es decir estas mamás necesitan aprender a anticipar
escenarios adversos que puedan surgir, monitorear las influencias
psicosociales sobre el desarrollo del niño/a en sus distintos grupos de
pertenencia, y las consecuencias de su estilo de crianza en el proceso de
desarrollo de sus hijos. Reflexionar acerca de su propia historia maternal.
Conclusiones
● La sobre información y la amplia accesibilidad a los medios electrónicos no
siempre genera ventajas en la vinculación entre una madre y su hijo.
● Priorizar los encuentros afectivos entre una madre y su hijo favorecen el
establecimiento de un apego seguro que facilita el desarrollo emocional y
social del niño a lo largo de su vida.
● Las Madres Millennial dan prioridad a los cuidados y necesidades físicas, y
materiales de sus hijos, pero descuidan el establecimiento de límites y las
influencias psicosociales de sus hijos.
● Es importante anticipar escenarios adversos que puedan surgir, monitorear
las influencias psicosociales.
● Esta relación inicial es el asiento fundamental de los sentimientos de
seguridad o angustia que preceden a las relaciones interpersonales a
lo largo de la vida infantil y adulta.
Un comentario
super interesante ! gracias